" Puede que George Harold Harrison, nacido el 25 de febrero de 1943, fuera la persona mas feliz del mundo. Pero uno no podía adivinarlo si lo miraba a los ojos. Incluso durante el apogeo de los Beatles, cuando todo parecía posible, había algo en los bordes de la mirada pétrea, asombrada y divertida de Harrison que parecía decir : ¨Esto no es real¨, algo que indicaba cierta incomodidad con su vida de fantasía.
Las sonrisas durante las conferencias de prensa parecían siempre un poco forzadas y un poco falsas.
Compositor sólido y guitarrista sutil, era el clásico caso de un talento en crudo al que le resulta difícil soltarse. Es difícil encontrar un porqué. Pero el hecho de haber llegado tan alto de manera tan temprana puede explicar muchas cosas. Cuando los Beatles se separaron, George ya no necesitaba trabajar.
Nadie puede adivinar hasta donde hubiese llegado si hubiera tenido mas hambre.
El guitarrista llevaba en sus espaldas una mochila muy pesada. Nunca se pudo librar del fantasma de los Beatles; a pesar de que la responsabilidad decisiva del éxito de la banda era de Lennon y de Mc Cartney; y esa era, quizás, la gran dificultad con la que George había tropezado.
El era una criatura simple, poseída por sus emociones y sus inseguridades. Asi como se mostraba conservador en el aspecto creativo, fué dueño hasta el final de su vida de una inmadurez y un engreimiento propios de un jóven, más que de un hombre que se aproxima a los sesenta años.
George siempre había querido llevar una vida tranquila y lo más normal posible, y de a poco se fue encerrando, dedicado a su espiritualidad, disfrutando de su papel de padre y marido.
En los primeros días de noviembre de 2001, su estado de salud había empeorado notablemente, ya que el cáncer que lo aquejaba, luego de varios tratamientos, había vuelto con todo su ímpetu y estaba devastando su cuerpo ya débil.
Harrison estaba resignado a su destino, contento de poder pasar sus últimos días junto a los suyos, y rodeado de sus seres queridos esperaba la muerte.
Y la misma llegó el 29 de noviembre de 2001, a la una y media de la tarde, George, el guitarrista de los Beatles, pasó a mejor vida.
Siguiendo las indicaciones del hinduismo, los restos del músico fueron cremados horas después de su muerte en el Hollywood Forever Memorial Park.
Olivia su esposa y Dhani su hijo, volvieron a Londres con la cenizas, y allí dos miembros de la comunidad religiosa Hari Krishna celebraron una ceremonia hindú.
Finalmente, Olivia y Dhani viajaron a la India y, en un ritual celebrado antes del amanecer, esparcieron las cenizas en el río Ganges.
Según la religión hindú, este último acto permitió que el alma de George Harrison se separara de su cuerpo, para evitar así el ciclo de la reencarnación e ir directo al paraíso.
Mientras sus cenizas se disolvían en las aguas sagradas de la India, el mundo supo que George había vuelto a casa y finalmente descansaba en paz ".
(fragmento aleatorio extraído de ¨Detras de esos ojos tristes¨ de Marc Shapiro).
Música: "Isn't a pity"
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